martes, 8 de enero de 2008

carta que no fue (1)

Querida mía: intento en esta carta darle un orden a mis pensamientos. A los cotidianos, a los esporádicos. A los que en algún momento pensé en decirte y fueron arrastrados por la cotidianeidad y dejados para el después.
Ese después nunca llegó y gentilmente me conformo pensando que vos desde algún lugar podés escuchar.
Una vez más, fiel a mi condición egoísta, no puedo dejar de extrañarte. De necesitar tu abrazo, tu calidez y tu mirada, cuando todo a mi alrededor parece construirse o derrumbarse. Vos no sé como -aún me falta esa sabiduría que espero alguna vez tener- me dabas la paz que mis silencios te pedían.
La precisión de las fechas indica que hace 10 años comenzábamos a transitar la recta final. 76 días de tirana agonía donde juntas, y tan solas, nos quedábamos esperando algún atisbo de esperanza. Algo que nos dijera que, mágicamente, iban a llegar los remedios milagrosos para liberarnos de tu dolor y mi dolor.
Luego al pasar de los días comprendí lo que tus ojos querían decirme: que tu cuerpo estaba cansado de pelearla y que recién cuando yo estuviera preparada para que sueltes mi mano, vos ibas a disponer de tu vida y de tu muerte.
Sin ningún tipo de apuro me diste todo ese largo tiempo, dándome cuenta ahora lo terrible que fue para vos esa espera.
No creas vieja que estuve preparada en algún momento para dejarte ir, sólo que también mi cuerpo sentía tu dolor y mi alma acusaba recibo de todo lo que tus palabras no decían.
Aún hoy me parece que no lloré como vos lo merecías, que mis lágrimas necesitaban de un espacio que me fue prohibido, que no pudieron encontrar aún quien las contuviera.

………………………………………..
Cosas que extraño puntualmente:

Tu voz, tu perfume, el mate luego de un día complicado, tus mates a la mañana tus pasos llegando a casa, mis pasos entrando a tu pieza y colándome en tu cama, la tibieza de tu cama cuando me dejaban un lugarcito para acostarme, los besos en cada aniversario y en cada no aniversario, tu descontrolado amor a Sandro, los relatos sobre tu militancia, tu mirada de ternura viendo a Mica, tus ojos de asombro por ver a Marti -si vieja, luego de tanto dolor, Martina también está en mi vida.
Por ahora es todo lo que puedo materializar.
Con todo mi amor, yo.


Claudia Montesino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermosa Carta.

ella la leyó también seguramente