lunes, 10 de enero de 2011

Los caminos

Desde que tengo memoria, sus relatos me atraparon. Acunaron a mis hijas, alegraron las tardes en el colegio cuando les leía a mis alumnos.

Hace poco empecé a desandar el camino como narradora oral y la historia de la plapla y Felipito Tacatún fue uno de los primeros cuentos que elegí.

Hoy tuvo la idea de abandonar su cuerpo, para comenzar a eternizarse. Su alma era joven, pero su cuerpo ya estaba cansado de tanto dolor.

Hasta siempre María Elena.
Este es homenaje bien vale la pena para volver a caminar por este blog

martes, 6 de abril de 2010

Un viaje en diferentes sentidos


Hace mucho tiempo que no escribía en este espacio, en realidad hace mucho tiempo que no escribía cosas que no tuvieran que ver con el trabajo. Un poco por pereza, un poco por cansancio y mucho por dejadez hicieron que abandonara este lugar de encuentro. Si ya se, muchas veces dije lo mismo y otras tantas lo abandone. Pero algunas cosas cambiaron en mi, otras estoy intentando hacerlo. Lo cierto es que tengo ganas de reencontrarme con este espacio complice, que me invita a intentar crear y por sobre todas las cosas a despuntar el vicio de la comunicación.

Espero podamos ir desandando los caminos para confundirnos en un maravilloso universo de palabras.

sábado, 31 de mayo de 2008

Meses de silencio pero no de ausencia. Necesitaba conocer y reconocer que camino tomar. Andar es el desafío, pero nadie dijo que es fácil. Muchas pérdidas y muchas bienvenidas transitaron estos tiempos. De algunas aún sigo asombrada, de casi todas fortalecida, pero de una particularmente me cuesta remontar.

Nos vemos en unos días. Retomaré el camino para seguir andando.

Claudia

jueves, 17 de enero de 2008

HAGAMOS UN TRATO, Mario Benedetti

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo.

Si alguna vez advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que delirio
a pesar de esa veta
de amor desconocido
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense que es flojera
igual puede contar
conmigo.

Pero hagamos un trato
yo quisiera contar con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
(Foto Claudia Montesino, Colonia, Uruguay, Diciembre de 2007)
En esta etapa del blog mis palabras están ausentes. Sólo encuentro en la palabra de autores que admiro y me conmueven expresiones justas a mis sentires. Mario Benedetti esta hoy por varios motivos: porque me conmueve siempre, porque sus poemas fueron contratos de amor que se sellaron con compromiso, porque con conjugación de la palabra realiza simplemente algo MARAVILLOSO. Además por estos días su salud está dando un susto a todos los que sentimos por él tanto cariño aún sin haberlo cruzado nunca personalmente.

AMOR DE TARDE, Mario Benedetti

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el rejoj y son las cinco
y soy una manija que calcula interés
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.Podrías acercarte de sorpresa
y decirme <<¿Qué tal?>> y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

(fotos Claudia Montesino, Colonia, Diciembre de 2007)

viernes, 11 de enero de 2008

SILENCIO


La palabra no dicha resuena en un estruendoso silencio en mi cabeza.
Me aturde lo que no puedo saber porque aún para muchos nos fue negada la posibilidad de leer los pensamientos ajenos.

Estaba en el camino del creer que podíamos construir juntos un sin fin de historias. Que nuestras almas más allá de nuestros cuerpos, estaban en absoluta sintonía. Pero no. No fue así.
Te escabulliste sin darme aviso previo. Prescindiste de mí sin darme la posibilidad de prepararme para ese golpe.

Y aún te espero.
Y aún te pienso
Y todavía tengo la intención de conjugar la palabra.

Pero no puedo. No tengo receptor. Por eso estoy aprendiendo a callar. A imaginar conversaciones o a revivir las que tuvimos alguna vez. Prefiero no perderme en monólogos hirientes o en ilusiones absurdas.

Solo aprendí a callar o lo que es peor, a resignarme, aunque peleo permanentemente con mi naturaleza para que esto no pase.


Claudia Montesino

jueves, 10 de enero de 2008

Los Amorosos / Jaime Sabines

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.